martes, 8 de marzo de 2011

Referencia - Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil, Uruguay) contra el Paraguay

EL SILENCIO COMPLICE DE LATINOAMERICA A SABIENDAS DEL GENOCIDIO FISICO Y ECONOMICO AL PUEBLO PARAGUAYO

Critican a la Kirchner por defensa a López  

*El diario “La Nación” de Buenos Aires cuestionó ayer en su editorial a la  residenta electa de Argentina Cristina Kirchner por defender la figura de  Francisco Solano López y a las FF.AA. de su país por poner el nombre del  mariscal a un grupo de Artillería.* 

En su edición de 04 de marzo ayer, el diario “La Nación” de Buenos Aires publicó un  ditorial con el título “Absurdo tributo a un dictador”.  En la nota cuestiona el hecho de que el Grupo de Artillería Blindada 2 de  Rosario Tala, Entre Ríos, haya adoptado el nombre de “Mariscal Francisco  Solano López”. “El Ejercito argentino ha reconocido el 14 de setiembre último, presuntos méritos extraordinarios a quien, como mandatario de  Paraguay, dispuso, en 1865, la invasión del territorio argentino, provocó  enormes daños, muertes de inocentes y el cautiverio de mujeres correntinas  que soportaron crueles sufrimientos por su orden”, señala un párrafo del  editorial. Sostiene, además, que no es de extrañar que se haya adoptado tan absurda  determinación, que pone una vez más en evidencia hasta qué punto se ignora maliciosamente la historia, cuando la propia presidenta electa, Cristina  Fernández de Kirchner, ha señalado hace unos días a López como “ese gran  patriota, humillado por lo que yo llamo la alianza de la triple traición a  Latinoamérica, a sus hombres y a sus mujeres”. Lo grave para el periódico es  que al expresarse Cristina de esta forma, con tono de arenga, parecía que  hablaba en nombre de todo el pueblo argentino. 

El diario “La Nación” fue fundado en 1870, al término justamente de la  guerra de la triple alianza, por Bartolomé Mitre, quien comandó el ejército  aliado contra el Paraguay. “La denominación de Mariscal Francisco Solano López a una unidad militar de  un país cuya bandera el dictador pisoteó es tan absurda como inadmisible  sería que Francia o Polonia llamasen Adolf Hitler a uno de sus regimientos”,  compara en otro párrafo la nota editorial.  

Indica que expresiones de la señora Kirchner y decisiones como la del  Ejército no contribuyen a las buenas relaciones entre pueblos hermanos.  

Ir a la RESPUESTA DEL DR. RUBÉN LUCES LEÓ 

*RESPUESTA A LA DIATRIBA DEL DIARIO LA NACIÓN DE BUENOS AIRES* 
Me resulta imposible mantenerme en silencio, cuando la indignación golpea mi  conciencia. Callarse ante la infamia es hacerse cómplice de ella y eso no es  falta de coraje sino cobardía. 

Hay momentos en la vida de los hombres que el desafío es irrenunciable y  avasallador. Momentos en que la provocación mueve a la reacción y acallarla  ya no es cobardía sino traición.  

Hace 46 años que vivo en este país y siempre he pensado lo mismo, pero nunca  como hoy me he visto en la necesidad de gritar a  los  vientos, una verdad  que mantenía la quietud que le impone la prudencia y que no se agitaba por  la sensatez que obliga la cordura  cuando se está en casa ajena además del  respeto que merecen aquellos que por no conocer ni ser responsables  pueden  sentirse mortificados sin merecerlo.
 
En momentos de agitación, enfrentamientos, sangre y muerte en la Argentina,  Francisco Solano López hijo del presidente del Paraguay Don Carlos Antonio  López, y luego de la batalla de Cepeda en la que Mitre ve derrotado a su  ejercito por el de la Confederación al mando de Gral. Urquiza; el que seria  luego presidente del Paraguay, como mediador voluntario. oficioso y  eficiente, logra imponer la paz con el Pacto de San José de Flores, en cuya  plaza en la actualidad se recuerda el memorable acontecimiento. Por el  resultado de su gestión fue ovacionado el entonces Coronel Francisco Solano López por la población agradecida de Buenos Aires, cuyos habitantes a su  paso  le arrojaron flores.
 
El pacto que conformaron Uruguay, Argentina y Paraguay, para defenderse  mutuamente ante la evidente pretensión expansionista y avasalladora del  Brasil estableció el compromiso para el caso en que cualquiera de ellos  fuera víctima de la pretensión lusitana. 

Ninguno de los otros dos ni el Uruguay de entonces ni la Argentina  respetaron esa obligación y solamente el Paraguay con su presidente  Francisco Solano López, con dignidad, entereza y hasta con ingenuidad; con  esa inocencia que parecen tener aquellos que son respetuosos y fieles a  sus  principios en medio de la traición generalizada por él desconocida acudió presuroso a defender al Uruguay cuando el Brasil lo atropelló  en Paisandú. 

Sin embargo la Argentina con Bartolomé Mitre como su presidente y Venancio  Flores, depuesto y asilado uruguayo en Buenos Aires, implorante y rastrero  personaje, ya hacia algún tiempo habían determinado juntarse con el Brasil  en el Tratado Secreto de la Triple Alianza para someter al Paraguay:  pacifica, prospera y brillante nación señera y ejemplar en toda América.  
 
Con la candidez  que tiene el probo y por desconocer las traiciones que se  habían urdido en su perjuicio sigilosamente, el Presidente del Paraguay  alerta a Mitre del atropello brasileño y solicita permiso para atravesar con  sus ejercito el territorio Argentino con la intención de defender al  Uruguay. Mitre guarda cobarde silencio y no contesta. 

Por segunda vez vuelve a advertir López y solicita la correspondiente  autorización para atravesar Corrientes y de nuevo el silencio artero del  Presidente Mitre hace a todas luces evidente el contubernio y la  confabulación traidora.
 
Ante el compromiso asumido, frente a la dignidad del pacto  y en defensa del  Uruguay, la mudez cómplice y tramposa de Mitre precipita los  acontecimientos, López no tiene otro camino mas que ingresar en territorio  argentino para llegar hasta el Uruguay, que era su único objetivo. Mitre con  indignación actuada y desbordante hipocresía se rasga las vestiduras y  declara la guerra al Paraguay, por la invasión militar del territorio  argentino.
 
Para los que entonces desconocían los detalles ocultos de los  acontecimientos y ante el hecho de la penetración de tropas paraguayas,  pudieron ver justificada la indignación del Gobierno argentino. Pero cuando  posteriormente se conoce el Pacto secreto de la Triple Alianza firmado por  los tres países con anterioridad a estos hechos, más la inequívoca intención de López de ir en defensa del Uruguay, le resta todo respeto y consideración  a la actitud argentina asumida por decisión de su gobierno, de manera  aviesa.
 
Sin embargo, se levantaron voces de genuinos representantes de la opinión  pública que veían con claridad la injusticia de la traición ventajera y  cobarde de los tres gobiernos. Protestas como la de Juan Bautista Alberdi, José Hernández, Carlos Guido y  Spano, los caudillos de masas que se negaron a ir a la guerra y muchos mas,  reconfortan y dejan a salvo el honor del pueblo argentino quien hablaba con  ésas voces expresando su indignación. Ellas redimen a un pueblo que no  aceptó la guerra, pero cubre aun más de ignominia y responsabilidad a su 
gobierno que siguió durante 5 años la masacre y el exterminio de todo la  población, incluyendo sus mujeres, los ancianos y los niños.  

Sus huestes mercenarias alentadas y hostigadas permanente  por el estipendio  y las manifestaciones petulantes e impías de su presidente  Domingo Faustino  Sarmiento quien sin disimulos manifestaba su desprecio y crueldad hacia ese  pueblo devenido en ejercito  al que no pudo doblegar, decía sin ambages:  “... aun quedan unos pocos que morirán bajo las patas de nuestros  caballos... ...No llama a compasión ese pueblo rebaño de lobos”, o su otra expresión mas canalla aun “... a los paraguayos hay que matarlos en el  vientre de sus madres”.  

Ya la guerra estaba terminada, los aliados tomaron Asunción, nombraron un  gobierno sometido y elegido por ellos con paraguayos traidores que habían  llevado consigo en sus barcos para la invasión.  

Continuaron luego, inútil ya,  la matanza de un pueblo que honrando su  decisión prefirió morir a darse por vencido; pero ellos junto a sus infames  aliados no pudieron alzarse con la victoria porque al Paraguay no lo  vencieron, ¡lo mataron!,  y matar al enemigo ya superado e indefenso no es  victoria sino asesinato.
 
Pelear contra niños, mujeres y ancianos, con  ventajas y hasta el  exterminio, es honorable y glorioso solamente para los muertos víctimas del  crimen de lesa humanidad que con toda impunidad los argentinos, los  brasileños y los uruguayos, conscientes plenos y sin conmiseración, llevaron  hasta el final en su macabra e inhumana decisión de eliminar a un pueblo  heroico, al que no le asustó la muerte. Ofender la memoria de mi pueblo en la persona de su máxima autoridad y  representación, no tiene disculpa con ninguna excusa. 

Comparar al Mariscal con Hitler tiene una perfidia imperdonable. El editorialista del diario La Nación no puede alegar desconocimiento o  ignorancia. Hitler exterminó judíos y los persiguió hasta morir, invadió países vecinos,  intentó imponer una ideología y someter al mundo. El mariscal López y la  nación paraguaya nunca tuvieron intenciones expansionistas  con ninguna 
excusa, jamás ha objetado la presencia de ningún semejante por su  raza,  religión, condición o procedencia, fue y es cauto, moderado y hasta  resignado ante el fracaso de imponer sus derechos y disputar sus posesiones  frente a la ambición de los vecinos, como lo es hasta el presente.  

Siempre ha sido atacado y despojado a lo largo de toda su historia y en la  guerra del 70 ha sido masacrado sin piedad hasta el exterminio. Hitler atacó  a los países de su entorno. López defendió al suyo del ataque y la ambición  de sus vecinos. Hitler se suicidó. A López lo mataron porque no pudieron  doblegarlo.
 
Alemania se entregó y se declaró derrotada. Al Paraguay nunca lo vencieron,  lo eliminaron. No se rindieron; por eso los cobardes invasores no ganaron la  guerra. El  Paraguay no se entregó. ¡Terminó la guerra cuando el Paraguay  murió!.
 
Finalmente el ignominioso comentario del diario La Nación aclara: que los  Ministerios de Educación de los países involucrados “han decidido morigerar  los términos ríspidos de la historia como para disimular los enconos”.  

¡Absurda pretensión de inicuos continuadores sin arrepentimiento de hechos  injustificables del pasado!.  

¿Que significa esto?: 
¿Ocultar la masacre de niños en Acosta Ñu, quemados en vida y degollados?. 
¿Obviar la mención de la quema del Hospital de Sangre de Piribebuy?. 
¿No mencionar el asesinato absurdo y ruin de Pedro Pablo Caballero y de los defensores de Piribebuy?. 
¿El saqueo de Asunción?. 
¿No considerar el despojo y desmembramiento del territorio del Paraguay  luego de la guerra, concretado con el acuerdo cómplice del gobierno  compuesto por traidores legionarios nombrados por los mismos invasores y al  efecto, los que llegaron con ellos desde Buenos Aires?. 
¿Afirmar que nuestra Región Oriental terminaba en el Río Apa al Norte y  nuestro Chaco al sur en el río Pilcomayo y que así fue siempre desde tiempos  remotos?. 
¿No contar a  nuestros niños que si no fuera por la mediación del Presidente Rutherford Hayes de los Estados Unidos todo nuestro Chaco hubiera sido  arrebatado por la Argentina?. 
¿Y que esta sin más remedio y a duras penas, por la tremenda presión que significaba el acatamiento del fallo arbitral tuvo que conformarse  únicamente con despojar al Paraguay y apoderarse del territorio que hoy le  llaman Formosa?. 
¿Disimular y no contarle a nuestros hijos que incendiaron y destruyeron las industrias de la nación, arrasaron con las fundiciones de Ibycui, e hicieron  todo lo necesario para que el Paraguay se sumiera en la miseria y en la  imposibilidad de recuperarse sin ninguna necesidad y de manera inútil para  ellos?. 
Y por último: ¿debemos negar acaso, que frente a una sola víctima, para sentirse fuertes, reunir coraje, tres cobardes gobiernos se juntaron para  salir de caza, asaltar al Paraguay y buscar un botín?.  

Hoy mas que nunca y frente a los hechos actuales, con esta provocación que  reaviva mi memoria y me llena de indignación, creo firmemente que de manera  oficial y publica, como una vez lo hiciera, con humildad, el papa Paulo VI  por la Inquisición que causó tanta muerte y sufrimiento, la Argentina debe  reconocer la injuria y pedir perdón al Paraguay por el irreparable crimen.  

Pero el arrepentimiento y la súplica del perdón carecen de valor si se  limita solamente a su invocación; eso no le confiere  mas que un mérito  formal a la aceptación de una verdad difícil de rebatir y ocultar.  

Para que sea otorgada la absolución debe cumplirse tres condiciones por  parte de quien la implora: *El reconocimiento de la culpa. El propósito de  enmienda y la reparación del daño ocasionado.* 

El reconocimiento lejos esta de la aceptación por parte de algunos como se evidencia en el articulo del diario La Nación de Buenos Aires.  

El propósito de enmienda se halla tan  distante de su cumplimiento como  aquel, evidenciado en la pertinaz conducta del apoderamiento de nuestros  recursos que tiene y luce  el mismo ímpetu destructivo de la masacre de la  Triple Alianza, en esta nueva guerra sin balas, por las represas de Yasyreta  e Itaipú, con los mismos invasores de entonces: Argentina y Brasil, Y la reparación del daño está más lejos todavía. El despojo que amputó  nuestro territorio, concretado vilmente cuando  los que defendieron la  integridad y la honra de la nación, que eran los únicos que podían oponerse, ya no pudieron porque sus cadáveres aun frescos estaban  caídos en el callejón de sangre que corre desde Paso Pucú hasta Cerro Corá,  y no podían levantarse para gritarles la injusticia del despojo inicuo...  

¡Eso merece reparación!.  Considerando, entre otros, la intencional aniquilación de la guerra 
consumada por tres “valientes” aliados, con el propósito de apoderamiento y exterminio de su pueblo; la destrucción de sus recursos y  la complicidad de  traidores legionarios que avalaron con su complacencia los despojos.  

Concluyo con convencimiento honrado y absoluto: 

*Si la Argentina tiene suficientes razones, el Paraguay tiene mayor cantidad  de argumentos para reclamar la restitución de los territorios arrebatados  que las que tiene la Argentina para demandar a Inglaterra las Malvinas.*  

Aprecio a esta nación en la que vivo, pero a la Nación Argentina que me  reconforta, la de Juan Bautista Alberdi y la de los nombrados mas arriba, a  la de los caudillos de la provincias que se opusieron a la guerra, a la de  los que pidieron justicia, e incluyo entre esos nombres a José María Rosas,  a Garcia Mellid, historiadores argentinos contemporáneos. Agrego a esta  lista a la presidente electa de los Argentinos: Sra. Cristina Fernández de  Kischner que alivia con su gesto y con la claridad de su expresión el dolor  memorioso e imborrable de mi pueblo. 

Rubén Luces León 
Médico 
Residente en la ciudad de Buenos Aires Argentina 
PD: si quieren hagan correr este mail.-- 
"el limite de la creación, es el cielo"  -   Ever Talavera 

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